Fue costumbre bastante extendida anisar los aguardientes. Esa
costumbre en algunos casos obedecía al deseo de disimular o sustituir su
sabor, a veces malo. Pero aún continúan existiendo gran demanda de
aguardientes de vino anisados. En la práctica pueden ser sustituidos con
el llamado “sol y sombra”: mezcla de anís y brandy, hecha en el propio
vaso o copa. También fue costumbre inducirles otros sabores o quitar su
mal sabor mediante la adición de hierbas y aromas como sucede con el
licor Benedictino.
Los benedictinos presentan dos versiones de su bebida, una mezclada con
Cogñac -por lo que se llama B.B. Bénédictine con Brandy- menos dulce y
otra que se llama simplemente bénédictine. La fórmula de esos licores de hierbas suele incluir algo de anís, aunque apenas perceptible. Los raki, turcos y búlgaros consisten en un aguardiente de vino anisado.
Actualmente para inducir sabores no se suele utilizar como base un
aguardiente, sino alcohol puro e insípido; o lo que es lo mismo, el
llamado “vodca para cócteles”, que no pretende comunicar ni comunica
sabor alguno salvo los propios del agua y del etanol, que toda bebida
alcohólica llevan. Los aguardientes compuestos van desapareciendo. Todos
los licores cuyo origen es anterior al invento de la destilación
continua en el siglo XIX fueron aguardientes compuestos, pues no había
manera de obtener alcohol puro e insípido. Sólo se podía utilizar un
aguardiente como base del licor.
muy interesante el tema de los aguardientes
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